Reseña de la tertulia de la FPS, miércoles 28 de abril, 15.30-17.00 h. La campana de cristal, Sylvia Plath
El pasado 28 de abril volvimos a reunirnos para hablar de literatura. En esta ocasión se trataba de comentar La campana de cristal, la novela de la escritora norteamericana Sylvia Plath.
Lo interesante de estos encuentros, de cualquier tertulia literaria, es el intercambio de impresiones acerca de lo leído, la aportación de visiones personales sobre el universo intelectual y estético que el autor de un libro nos propone con él.
Al margen de la calidad de cada obra comentada, el valor añadido de un círculo de lectoras como el que se ha formado bajo el amparo de la FPS es ese contraste que surge naturalmente de la exposición de opiniones, nacido durante esos minutos en que cada contertulia describe el efecto que la lectura ha provocado en ella. No en vano, los libros existen en gran medida gracias al fenómeno de la «recepción», esa acción voluntaria por la cual el lector interpreta la obra de acuerdo con su bagaje, sus intereses, su situación y su estado de ánimo.
Nuestra última reunión fue un ejemplo de todo eso. De cómo, al compartir juicios distintos sobre la novela de Plath, basados a su vez en recepciones muy diversas, contribuíamos a un segundo abordaje del asunto, terminábamos de saber lo que habíamos leído.
Y lo bueno, lo paradójico, es que en esa especie de lectura colectiva todos teníamos razón. Acertaba Mirentxu al decir que el argumento se estancaba a ratos y que era al mismo tiempo sobrecogedor. Acertaba Gaby al admitir que había hecho un esfuerzo por avanzar, que en otras circunstancias no habría continuado, pero que se alegraba de haber pasado por ese libro. Acertaba Carmen al reconocer que la novela no le había persuadido, que le faltaba tensión narrativa. Acertaba Natalia al subrayar el exceso de sensibilidad de la protagonista, su inadecuación al momento. Acertaba Eva al destacar la voz narradora adoptada por la autora, su lenguaje poético, su capacidad para crear con convicción un personaje perdido en una época tan poco propicia para la prosperidad mental de una criatura diferente.
En cierto sentido, desde esa perspectiva abierta, también estaban justificadas las lecturas interrumpidas por Cristina y por Anna. Sí, porque he ahí otra forma legítima de reaccionar frente a un libro. He ahí una opinión implícita sobre él.
Ignacio Lloret, 4 de mayo de 2021